Es de las pocas cosas que he empezado a hacerme, me pinto las uñas o me las pintan de boda en boda, al igual que las pezuñas, si no pues yo me voy mal apañando y no gastando (Home economist Power!). La última vez que fui a la pintadora de muñones me dijo dos cosas, una os la cuento ahora y otra la semana que viene (soy así de misteriosa, jajaja); eh, pero no os lo cuento por no haceros las entradas mega largas, que sino haría post de doce o trece pantallas y luego me riñen y me llaman pesada y plasta.
La pielecilla de al lado de la uña la tengo tomada de color.
La pielecilla de al lado de la uña la tengo tomada de color.
Me gustan los colorines, qué le voy a hacer, y me planto unas uñas azules como la americana o granates.
Con lo pato que soy, lo de la manicura francesa (que es de lo que más me gusta en el mundo para currar de abogado) me parece inviable. Uf, no me veo pintándome la mano derecha con la izquierda y, según los colores, eso puede ser lo peor porque los pigmentos de la piel se tiñen.
Ahora, como me gustan las ñapas, me apetece que me cuenten trucos para tó.
Me quité con acetona el esmalte y luego la pastilla de limpiar las dentaduras al bol y los dedos dentro mientras la deshacía.
Ahora, como me gustan las ñapas, me apetece que me cuenten trucos para tó.
Me quité con acetona el esmalte y luego la pastilla de limpiar las dentaduras al bol y los dedos dentro mientras la deshacía.
Vale, me las mordí, lo intento pero...
También me han dicho que se pueden limpiar los muñones con un poco de lejía rebajada con agua y que va fenómeno, se blanquean y limpian genial.
Y por favor, mientras leáis esto, deseadme mucha, mucha mierda porque estaré haciendo otra obra de teatro. Además bailo amigos, ¡¡bailo!!
Besos.