Una de las cosas que más asco me dan del mundo son los gatos. Es que es escribirlo y se me da la vuelta hasta el estómago. Pero, por los peques que me rodean, me toca hacer cosas que son superiores a mis fuerzas.
Algunas cosas que odio:
Odio que esté puesta la tele desde primera hora de la mañana, y con doscientas cosas de videojuegos, consolas y demás encendidas al mismo tiempo. Ufff, es superior a mis fuerzas.
Algunas cosas que odio:
Odio que esté puesta la tele desde primera hora de la mañana, y con doscientas cosas de videojuegos, consolas y demás encendidas al mismo tiempo. Ufff, es superior a mis fuerzas.
Odio calzarme, lo odio, lo odio y lo reodio, pero el Pichu quiere que los niños estén calzados y esto también es una guerra perdida, claro, he de dar ejemplo.
Odio, pero de odiar a muerte, a las serpientes y bichos asquerosos primos hermanos de estos repulsivos seres. Pero, ¿me lo notariais?
¿Por qué hago cosas de este tipo? Porque considero que los miedos han de ser propios y no infundados por teno han de saber si odio una serpiente o un garceros. Los niños detectan todo, absorben cual esponjas, y se ven a un adulto asustarse, ese miedo se contagia. Así que si quieren tocarlas o no, que sea por un instinto natural y no por mi reacción.
Esto me recuerda un estudio que hicieron con bebés, mamás y serpientes. Básicamente era que si el bebé veía a su madre asustada por ponerle una serpiente a su lado, el bebé se ponía a llorar; por el contrario, si su madre estaba tranquila, el bebé incluso tocaba la serpiente.
Y tú, ¿qué odio superas por ellos?
Besos.
Besos.