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Channel: Algodón de Luna
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Emocionarse no sólo es cosa de mayores.

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Yo de pequeña me iba a un convento de clausura, sí, iba para monja (ahora os descojonáis, pero no lo digo en coña). Pero madrugaban mogollón, eso de levantarse a las 3 y rezar a las 5 no iba conmigo. Creo que Dios me ha castigado y ahora por eso me toca hacerlo, sí o sí.

Me gustaba hablar con ellas, aunque fuera a través de los barrotes, aprendía mogollón y les contaba mis cosas, me ayudan a focalizar mi mala leche (podéis darles las gracias, sino imaginad cómo sería, más inaguantable si cabe).
 
 
 

Esta idea sin más me parece increíble: 

Creo que es un modo genial de aprender, de compartir, de querer escuchar, de atender. Porque más paciencia que ellos no tiene nadie y enseñan unos valores y dan unos consejos que no puede darte nadie.

A mí me encanta escuchar a mi abuelo, y eso que me mete unas chapas que no os quiero ni contar. Pero siempre creí que me quedaría sin abuelo muy pronto y cada segundo que lo tengo lo absorbo, lo achucho que me subo encima y no me canso de estar a su lado. Con mis padres pasa lo mismo, que ya no son mis padres, son los abuelos de Hugo. Desde que ese rubio ha aparecido por mi vida, mis cosas son un poco menos mis cosas y más de él y aunque me ponga mala y nunca dejen de serlo, siento que de verdad son suyos.

Besos.

 

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